Ella estaba desconectada de las situaciones mundanas desde hacia ya mucho tiempo. Lo que sucediera fuera de esas paredes no le concernían en lo absoluto. Y lo que al principio parecía difícil, el desapego, poco a poco se convirtió en rutina y de pronto, ya no pensaba en el mundo, salvo las pocas veces en que hablaba con su familia (mas por ellos que por ella) y leía y contestaba las cartas de sus amigos. Sumida en el rezo y la contemplación espiritual, con las repetitivas tareas de limpieza para entretenerse.
El día llego, el tomo el teléfono y marco para hacerle saber a ella que la iría a visitar pronto. Que llevaba un paquete importante para ella.
Ella sonaba genuinamente sorprendida, sabia quien era el, pero nunca imagino que lo conocería. Acordaron una hora y se despidieron.
El rentó un coche, y en poco tiempo estaba rolando en la desolada carretera con las noticias en el radio de fondo. No podía poner atención a nada de lo que escuchaba, enfrascado en sus pensamientos, imaginando mil escenarios distintos del momento que estaba por suceder. Cuatro horas pasaron y después de perder el camino un par de veces y una parada rápida para comer y beber algo esas cuatro paredes sin futuro estaban frente a el.
Este era un día especial en el claustro, hoy recibían a una nueva integrante de la comunidad, había mucha gente y un ambiente algo festivo; el no entendía el porque de la festividad del día, and it was bound to get worse.
Ante el apareció la descuidada figura de una niña escondida bajo gruesos mantos de, ¿Mezclilla?, una mirada perdida bajo un par cejas pobladas y desaliñadas, una gran sonrisa blanca. Pero de alguna forma extraña solo su boca sonreía, sus ojos se mantenían perdidos e inexpresivos.
Ella escogió un lugar apartado para platicar, en su mente pensaba que le diría primero, ensayaba un poco mientras caminaban. Por horas hablo sobre "el llamado" de como llego ahí,de como había encontrado todo lo que por años había buscado, repitiendo incansablemente lo feliz que estaba ahí. Sin tratar de convencer a nadie ( o tal vez si ), tan solo cumpliendo con uno de sus deberes; contar su historia y ofrecer guía a aquellos lo necesitasen (¿Solicitasen?).
El escuchaba con atención, haciendo un gran labor de tolerancia, librando una gran batalla con su voz interna que le gritaba al oído:
(* ¡¡¡¿Que putas es esto?!!! ¡Vete ya!)
A decir verdad concordaba un poco con lo que ella decía, y se relaciono con el concepto de la búsqueda. Sin embargo, la religión y el encierro eran dos cosas que el no soportaba. Sentía que era su deber hablarle a la gente de sus viajes y el mundo, pero inconscientemente decidió que no tenia ningún deber y se limito a malabarear entre sus pensamientos y lo que ella decía, escupiendo ocasional mente un "aha" o un "claro" y en contadas ocasiones un par de ideas laicas que el creía que ella no encontraría ofensivas.
Prosiguieron la visita en el locutorio, las hermanas sentadas en un lado, la gente común en el otro, las festividades del día revolvían al rededor de una niña de 16 años que tomaba los hábitos hoy. El se sentó en la parte trasera, casi escondiéndose, y observando todo con ojos furtivos.
La familia de la niña estaba extasiada, lloraban de felicidad, uno a uno pasaban el microfono y decían algo, un baile, back and forth, preguntaban a las hermanas sobre la vida y ellas contestaban fingiendo expertamente una sabiduría mundana:
- ¡Su decisión ha renovado nuestra fe! - Decía el hermano.
(* Seriously?!?!?!)
- No podríamos estar mas felices. - Decía la madre
- ¿Que hacer cuando nada esta funcionando en nuestras vidas?. - Preguntaba la tía
- Apoyarnos en nuestra fe. - Contestaba la monja
- ¿Y que hacer en los momentos de sequedad?.- Rápidamente pregunto el Tío.
- Oración. - Contesto la monja
- ¡Jesus es mi pastor!.- Las guitarras y panderos empezaron a sonar. Cantaron.
Una repentina nausea le invadió, no podía permanecer un momento mas en este sitio. La busco entre un mar de figuras descuidadas y mezclilla, su mirada perdida e inexpresiva, su gran sonrisa blanca. Le indico con la mirada que se iba.
Se despedirían, ella se quedaria enclaustrada y el seguiría viajando por el mundo. Se irán (o quedaran), sin aprender nada, sin cambiar. Nunca se volverán a ver.